sobre la estatolatría moderna

por albertojaura

Todas las cosas que hacen los humanos se pueden dividir en dos categorías – aquellas que están bajo control del Estado hoy y aquellas que esperamos que lo estén mañana.

Cita deformada de David Friedman [1]

La estatolatría, literalmente el culto al Estado, se puede encontrar en todo el espectro ideológico actual. Los estatólatras modernos, desde todas las tendencias ideológicas, creen que la causa de todos los problemas de la sociedad es que no hemos hincado la rodilla suficientemente hondo en la tierra, que no hemos inclinado suficientemente la cabeza ante el Estado. Esto lo dicen en términos más eufemísticos, por supuesto. En su opinión, nuestros problemas se solucionarán en cuanto el Estado se ocupe de ellos. Debemos por tanto exigir al Estado que se introduzca más íntimamente en nuestras vidas, que controle cada una de nuestras acciones y con mayor escrutinio, que las subordine a nuevas legislaciones.

Sería absurdo dejar aún algún aspecto de nuestra vida en nuestras propias manos cuando estamos convencidos de que el Estado puede gestionarlo mucho mejor, y quizá con menos esfuerzo. Desde este punto de vista es razonable que nada deba quedar fuera del Estado, salvo aquellas cosas que esperamos poner bajo su poder en el futuro.

Por ello las medidas concretas que los estatólatras proponen para el Estado pierden su importancia frente al hecho de que sea el Estado quien las lleve a cabo. Para cada problema social, el Estado debe producir al menos una ley, y por añadidura subir los impuestos. Raramente un estatólatra considera las consecuencias no planificadas que pueden derivarse de una ley; desde su punto de vista, aparentemente, la letra de la ley siempre se cumple y el Estado proveerá. Y está fe se mantiene con toda la evidencia en su contra, cuando vemos casi a diario como el Estado está más interesado en mantener el statu quo de ciertas instituciones financieras o de las empresas que viven de una propiedad intelectual que actualmente ya es insostenible.

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Fuente: Ben Garrison

El estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todo el mundo”

Frédéric Bastiat

El Estado es una clase social en sí mismo. El abuso de poder no es una anomalía dentro de un funcionamiento por lo demás correcto, sino que es su manera intrínseca de funcionar. El Estado no representa ni puede representar al conjunto de la sociedad.

Un estado consta de un aparato burocrático que proclama leyes y toma decisiones, y al menos un cuerpo armado y disciplinado (las policías, el ejército) capaz de usar sistemáticamente la fuerza contra la población que tiene la desgracia de estar bajo su jurisdicción, que ejecuta lo que el Estado determina y hace posible la recaudación de impuestos con que se financia. Esta es la estructura básica, no se pueden eliminar estos elementos sin eliminar la esencia de lo que estoy llamando un estado. Esta estructura es similar a la de un sindicato del crimen o la de una organización terrorista.

Los seres humanos que controlan estas instituciones no tienen cualidades ni intereses distintos de los de los demás seres humanos, por lo que los intereses que satisfaga el Estado serán los intereses de aquellos que lo controlen, como sus políticos o funcionarios, que pueden o no coincidir con los del resto de la población. A priori, no hay aparentemente argumentos racionales por los que éstos tengan que coincidir. Lo más probable es que quienes controlan en Estado usen su poder para sus propios fines – ideológicos, monetarios – y para los fines de aquellos grupos que tengan acceso al Estado y contribuyan a mantener Su poder.

Así, es de esperar que los empresarios con grandes cuotas de mercado reclamarán privilegios para sí a costa de la competencia y los consumidores. Lo mismo harán sectores sociales organizados que tengan una influencia importante en la sociedad y sobre el Estado, como los sindicatos, los agricultores, las religiones organizadas, etcétera, en una grotesca parodia de la interacción social en la que todos tratarán de vivir a costa de los demás.

Así lo constata la historia una y otra vez. Podemos tener un Estado eficiente, que proporcione los servicios que dice proporcionar y que sea estable, con una clase política y funcionarial virtuosa. Sin embargo esta situación no es estable a largo plazo, ya que los intereses del Estado y de Sus instituciones simplemente son distintos de los de la sociedad. Si, por ejemplo, el sector bancario es un sector importante en la sociedad capitalista, el Estado tratará de privilegiarlo para dirigirlo a los fines de sus propias instituciones.

…people are bad so we need a government made up of people are bad so we need a government made up of people…

Cita anarquista autorrecursiva anónima

Ésta no es una anomalía puntual del funcionamiento del Estado, sino que es una consecuencia de su naturaleza misma. El Estado es una institución basada en el uso de la fuerza, que coloca forzosamente a algunos seres humanos bajo la voluntad de otros. A corto plazo tal vez se pueden esperar algunos buenos resultados. Pero en el mundo no hay suficientes santos como para que un ser humano imperfecto no acabe en una situación de poder y la utilice – quizá sin siquiera ser siquiera conscientemente – para sus propios fines, a costa de los demás.

A priori los servicios básicos universales parecen una buena idea. El problema es cómo se aplican. Aplicarlos a través del Estado crea una nueva clase social a la que los supuestos beneficiarios están subordinados. Unos políticos y funcionarios motivados y con altos valores éticos pueden mantener un Estado relativamente benevolente durante un tiempo, pero por su propia estructura de incentivos, el Estado, una institución que se sustenta en la dominación forzosa de sus súbditos, acabará explotando a sus súbditos.

Tened un poco de paciencia, antes de fin de siglo os habremos rehabilitado a todos.

Nikita Khrushchev

La actitud casi patológica de los estatólatras es comparable al síndrome de Estocolmo. Pero no me preocupa su falta de aprecio por su propia libertad. Puedo respetar esa decisión sobre su propia vida. Lo verdaderamente irritante es que pretendan arrastrarme a mi y a todos los demás que sí apreciamos el poder determinar nuestra propia vida al margen de cualquier autoridad, máxime la del Estado.

Tan sólo debemos tener un poco de paciencia y pagar más impuestos. Y aparentemente no descansarán antes de vernos a todos en una exhasperante genuflexión frente al Estado.

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[1] Cita original y traducción mía:

All things that governments do can be divided into two categories—those we could do away with today and those we hope to be able to do away with tomorrow. Most of the things our government does are in the first category.

Todas las cosas que hacen los estados se pueden dividir en dos categorías – aquellas que podríamos quitarnos de encima hoy y aquellas que esperamos poder quitarnos de encima mañana. La mayoría de las cosas que nuestro estado hace están en la primera categoría.

David D. Friedman, The Machinery of Freedom ([PDF] http://www.daviddfriedman.com/The_Machinery_of_Freedom_.pdf), página 14.